Este colgante púnico (es decir, cartaginés) de pasta de vidrio apareció en una gran fosa utilizada como basurero en el s. I a. C., excavada junto a la calzada que desde la ciudad íbera de Alon (la Alonís de las fuentes griegas) conducía hasta el valle de Alcoy. Quienes excavaron esta fosa destruyeron algunas tumbas antiguas, y dentro de una de ellas debía de encontrarse este amuleto, que cayó por casualidad al fondo de la fosa, como si hubiera estado esperando allí a que la encontráramos los arqueólogos dos mil años después, negándose perderse y caer en el olvido cuando la separaron de los restos de su difunto.
Apenas se han hallado dos o tres piezas como esta en la Península Ibérica. Su hallazgo fue, pues, una estupenda sorpresa, porque nadie esperaba encontrar una pieza tan rara en aquella fosa, fuera de su sitio y de su época.
Es un colgante de cierto tamaño (5 cm.) que representa a Baal, el Melkart de los fenicios, Herakles de los griegos Hércules de los romanos. Era el dios principal del panteón púnico, y se representa con los ojos muy grandes y abiertos, para repeler cualquier maldición, especialmente el temido “mal de ojo”.
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Necrópolis de Les Casetes
Alt.: 50 mm; Long.: 30 mm; Anc.: 20 mm
Nº inv. Vilamuseu 003371